¿Contamos con suficientes habilidades para promover realmente la sostenibilidad y hacer frente a los retos futuros?
¿Cómo aprendemos realmente a lo largo de nuestra vida?
Practicando y entrenando es como se incorporan las habilidades que hacen que hagamos frente a los retos más complejos de manera natural, sin bloquearnos. Cuanto más pronto, mejor.
Partiendo de esta premisa, ¿podemos pensar que estamos entrenados para el mundo que viene y para atender sus necesidades? La respuesta es clara: No. Y es la causa, en parte, de que no nos hayamos tomado el cambio climático en serio hasta hace bien poco. La educación ha tenido un papel importante en la falta de implicación para hacer frente a la emergencia climática. De un tiempo hasta aquí todo ha cambiado, en parte por los avances tecnológicos exponenciales y la globalización que arroja retos pero también oportunidades. No es suficiente adaptarse a la nueva situación, hay que AVANZARSE a la nueva situación y para ello el desarrollo de habilidades complejas es clave.
Diversos estudios indican que el 75% de las profesiones del futuro aún no existen o se están creando (El Economista). ¿Cómo preparar a niños y niñas ante esta situación? Desde hace unos años se están compaginando los conocimientos académicos con el desarrollo de algunas capacidades, pero sigue siendo del todo incompleto y parcial, porque falta algo muy importante.
Nos falta entrenar nuestra SosteniHABILIDAD o la capacidad de utilizar conocimientos técnicos de las diferentes materias, incorporando la visión sostenible y el desarrollo de habilidades para el futuro.
¿En qué consiste? Incorporar a las habilidades relacionadas con el sentido crítico, la colaboración, el análisis de problemas complejos y creatividad, los conocimientos y habilidades para la innovación sostenible. Sólo así podremos trabajar de manera conjunta para promover soluciones de calado que sean realmente transformadoras y disruptivas.
Cuento con muchos colegas de profesión en el mundo de la educación. Trabajan con diferentes edades y el patrón se repite. No existe un enfoque «integrador de la sostenibilidad» como eje conductor de la educación que refuerce el contenido de las diferentes asignaturas.
Somos más conscientes que nunca de que la salud incide en la economía, el cambio climático incide en la salud y la emergencia social. Las empresas saben que deben tener presentes las necesidades del entorno, porque (quieran o no) dependen de sus consumidores y estos están más informados, más conectados y sensibilizados que nunca, incidiendo en la reputación de marca y en las ventas.
Sabemos que las habilidades pueden desarrollarse: «se hace, no se nace», pero el aprendizaje que genera cambio de hábitos (como el conducir, por ejemplo) requiere de tiempo y entrenamiento, hasta que se incorpora de manera natural, casi intuitiva.
Es la aplicación de «la teoría de las 10.000 horas» que comenta Malcolm Gladwell al mundo de la sostenibilidad:
una persona relevante en el fútbol, en la música o en la ciencia es excelente y sabe cuando algo está bien casi de manera inconsciente, no debe «pensar» en ello. Lo hace intuitivamente porque lo ha incorporado como habilidad. ¿Porqué no hacer lo mismo para promover soluciones que fomenten la calidad de vida, el bienestar y el cuidado del planeta a la vez que generamos desarrollo a todos los niveles?
Aprendemos practicando, equivocándonos, compartiendo con otros, innovando…y especialmente explicando y promoviendo este conocimiento junto a las demás personas, enseñando. Coincide con una demanda creciente del profesorado, el alumnado, las empresas ¿qué se pretende con el proceso educativo hasta la edad adulta?
¿De qué sirve promover la transformación digital si no se integra realmente la perspectiva sostenible?
Cuando hablamos de «Futuro del Trabajo» se requiere contar capacidades aprendidas lo largo de la vida, en función de las experiencias vividas: análisis en entornos complejos, colaboración, creatividad e innovación, sentido crítico, liderazgo, negociación… Y por mucho que se hable de transformación digital y adopción de «nuevas» medidas en la empresa (como el impulso del teletrabajo o el uso de herramientas soft y hard para trabajar en equipo) corremos el riesgo de aplicar el modelo empresarial de siempre en remoto, y eso ya no funciona. No podemos repetir el mismo error.
Por experiencia, me consta que cada centro educativo, aunque cuente con recursos de administraciones públicas a su disposición, interpreta la información de manera diferente porque la sostenibilidad, en si misma, no forma parte del portafolio académico. Por este motivo es necesario trabajar junto al profesorado para dotar de nuevos recursos que refuercen este cambio. El resultado es una iniciativa que ya está dando sus primeros pasos «La liga de la SosteniHABILIDAD». Una iniciativa coral y multidisciplinar con el foco en las nuevas generaciones, que promueve el desarrollo de habilidades y conocimientos para incorporar la sostenibilidad y la Agenda 2030 al modelo educativo. Porque los niños y niñas y los jóvenes quieren cambiar el mundo. Ese mundo que les estamos dejando. Y no puede ser (no debe ser) que lo tengan que hacer sOlos y sin los recursos necesarios cuando pueden contar con ellos si promovemos un espacio de aprendizaje conjunto.
Ahora ya nos queda muy claro que la transformación digital no es dotar solamente de herramientas digitalesa las personas ya que puede ser perverso, es utilizarlas a favor de las necesidades de las personas para generar impacto positivo a la vez que cumplimos nuestros objetivos como organización.
También tenemos claro, después de la experiencia, que las smart cities no pueden centrarse exclusivamente en aportar tecnología a la ciudad, porque generamos desigualdad, excluyendo a una parte. Las ciudades deben incorporar la tecnología para promover bienestar, generar conocimiento, impulsar la participación como ciudadanos. El concepto smart es tecnología a disposición de la ciudadanía (de manera inclusiva) promoviendo bienestar y calidad de vida. No es en ningún caso tecnología reservada para unos pocos, fomentando la desigualdad. Estoy convencida de que estás diciendo que sí con la cabeza.
Las escuelas y centros educativos están experimentando una revolución y un giro radical, pero les falta más profesionalización en este campo. Las generaciones más jóvenes lo saben y cuentan con referentes como Greta Thumberg. Lo eco no es una moda, no nos confundamos, es una manera de reafirmarse en un momento de construcción de la personalidad de las personas adultas del futuro. Greta dice en las Naciones Unidas «Está todo mal» ¿No vamos a ayudarlos? Nos afecta y nos beneficia hoy, pero pensamos que no va con nosotros. Qué equivocación.
Trabajar en red desde los claustros de profesores para incorporar el enfoque de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el proyecto educativo, permite empoderar a los niños y niñas y adolescentes en retos sostenibles de su entorno directo, ganándonos su atención, incentivando su curiosidad, su visión innovadora y su aplicación práctica al entorno más directo. Además usando la tecnología conectamos conocimiento con otros centros educativos.
Hoy ya hablamos de «learning by doing» este aprendizaje constante a lo largo de nuestra vida debe incorporar un enfoque sostenible, buscando un lenguaje y recursos comunes adaptándolos a cada actividad y realidad. Estoy deseando que conozcáis el espacio web que estamos preparando así como las primeras organizaciones que ya nos apoyan, ofreciéndonos su colaboración. Mientras tanto, nos podéis seguir en Instagram y Twitter a través de @lsh_iniciativa. Creemos que todo el mundo pueda sacar el superpoder que lleva dentro para un futuro mejor.
¿Te sumas? Podemos hacerlo junt@s.
@immaperez
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